lunes, 30 de marzo de 2015

#TrueStory: Mi mentalidad Meh...

Llevo unos cuantos meses bastante desganada...
Ya sabéis, ese estado mental en el que la respuesta automática a todo es "meh".


Lo más curioso y al mismo tiempo lo más jodido del tema es que no sé por qué.
Objetivamente las cosas me van bien. Me gano la vida, no paso dificultades, vivo en un piso bonito con una gatita preciosa y traviesa. Tengo buenos amigos y actividades que me llenan y aun así... en general me sale lo del "meh".

Y francamente, me da mucha rabia.
Me digo a mí misma: ¡Joder, nena, no pierdas más el tiempo! 
Pero, claro... yo misma respondo: Meh... 


Y estoy harta... Por eso hace algún tiempo que me digo que tengo que cambiar algunas cosas.
Digo en voz alta: ¡Haré esto y aquello cada día! 
Pero claro, el momento pasa y sin saber cómo estoy viendo House of Cards o babeando por mi web de manualidades favorita.
Cuando me doy cuenta he perdido una hora. Bueno, admitamos que ver al gran Frank Underwood no es perder el tiempo pero ya me entendéis...

Esto me recuerda a una TED Talk que vi un día, cuando buscaba inspiración. Una mujer hablaba de esto que me pasa. Decía que todos los seres humanos tenemos estos momentos de genialidad en los que sabemos exactamente lo que tenemos que hacer pero solemos dejarlos pasar. Ella decía que si no hacías nada después de tener el flash de claridad, a los tres segundos ese arranque de valentía se desvanecía y tu mente volvía a su estado de siempre. O sea al "meh".


Ayer por la noche estuve viendo una de mis películas favoritas. Hacía años que no la veía. En parte porque no la tenía y en parte porque tenía miedo de haberla idealizado en mi cabeza. Pero no. Acabé llorando emocionada y decidí, justo en el momento en que rodaban los créditos, que hoy empezaría el día igual que terminaba la película: con un amanecer.
No dejé pasar esos tres segundos, abrí el Google y busqué la hora de salida del sol en Barcelona.

7:42

Me cargué el móvil con la canción de la película y saqué mis zapatillas.

Y cuando cinco horas después ha sonado el despertador, me he arrastrado de la cama sin pensarlo mucho. Me he cambiado y he salido a correr.
Me gustaría poder decir que ha sido mágico, que no he notado el frío ni el dolor, que he surcado las aceras hasta la playa como si flotara en una nube. Pero no. Estoy desentrenada así que el último medio kilómetro ha sido un infierno en el que los pulmones protestaban y me palpitaba el corazón.
Aun así he aguantado. Y he llegado a la playa con tiempo de sobra para recuperar el aire y buscar un buen sitio desde el que ver amanecer.


Por desgracia el Este no cae justo en frente de la playa, así que el mejor lugar era en un muelle bastante feo con un montón de barcos de por medio, pero, por lo menos se veía bien.
Cuando he llegado había dos turistas asiáticas sentadas a un lado. Creo que estaban enfadadas porque estaban muy separadas aunque, claramente, habían llegado juntas a ese rincón tan poco bucólico. Una de ellas tenía la vista clavada en el horizonte mientras que la otra se hacía selfies que seguro que colgará en Instagram con los hashtags #Beatiful #Sunrise #Barcelona y puede que hasta #Yolo.
Poco después ha llegado un señor de mediana edad que, igual que yo, venía corriendo con más perseverancia que gracia. Se ha subido al parepeto un momento, ha hecho una foto con su smartphone y se ha ido sonriendo. Me ha dado pena que no se quedara.

Yo me he sentado en un escalón de cemento, me he puesto la canción de la película en bucle y me he dedicado a ver esa bola amarilla salir del mar.
Hacía mucho que no veía amanecer y no recordaba que el sol se alzara tan rápido al principio y tan lento después.
De hecho, pasado el primer momento, el paisaje era tan sutilmente estático que hasta la turista contemplativa ha desistido de mirar las nubes de colores y se ha fijado en su pantalla táctil.
A nuestro lado han aparecido unos trabajadores de la ciudad encargados de limpiar la playa vestidos con esa ropa fluorescente que parece hecha de plástico. No han alzado la vista ni un momento. Supongo que para ellos que salga el sol es una ocurrencia tan gastada como lo es para mí coger la línea 1 de metro.
Eso también me ha dado pena.


Francamente, no sé si esto servirá de nada. No sé si me ayudará a dejar atrás el "meh". Pero, como mínimo, hoy he visto amanecer. #TrueStory